lunes, 4 de enero de 2010

precursores del folklore argentino


Para hablar del folklore en Argentina hay que remontarse al SXIX, ya que allí se pueden ubicar a los pioneros en esta disciplina, que alcanzaría su perfil en el siglo XX. La gestación del patrimonio folklórico argentino (antes de su sistematización científica), coincide con el movimiento del ´80, al producirse una corriente de revalorización de lo autóctono.

Esa generación que se ha dado en llamar del ´80, vivió un momento histórico muy significativo, desde la presidencia de Sarmiento hasta la de Figueroa Alcorta. Receptora de innovaciones progresistas y de nuevas corrientes filosóficas, expectante ante la lucha contra el indio, experimentó una necesidad de afirmación nacional.

Un tiempo más tarde seria Juan B. Ambrosetti quien atraería el interés general hacia lo autóctono. En 1896 la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras ofrecería nuevas y vastas posibilidades. Allí culminaría la obra de Ambrosetti, quien propició, con sus donaciones, la fundación del Museo Etnográfico y promovió, con sus búsquedas personales, la reconstrucción del Pucará de Tilcara.

Mientras tanto, otros hombres trabajaban en el mismo sentido. Adán Quiroga realizaba excursiones científicas cuyos resultados le permitieron expresar prolija y metódicamente conclusiones en cuestiones históricas, arqueológicas y folklóricas del noroeste argentino.

Junto a estas dos figuras, se suma Samuel Lafone Quevedo, quien integra el núcleo de aquellos que en el siglo pasado impulsaron la investigación folklórica. Fue el primero en utilizar la palabra folklore en el país.

Con la realidad que rescataron y la conciencia de lo nacional que aclararon, los intelectuales del ´80 propiciaron un movimiento de indagación y análisis. Nutridos por ideas europeas, se aplicaron a develar y exponer la tradición argentina.



Juan B. Ambrosetti

Nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 22 de agosto de 1865. muy pronto su familia tuvo que trasladarse a Buenos Aires. Finalizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

Tenia quince años cuando gracias a la mediación de Enrique Lynch Arribálzaga, se presentó al naturalista Eduardo M. Holmberg, con cuya hija habría de casarse años después. En casa del sabio frecuentó a Ameghino, Lillo, Gutiérrez, Correa Morales y Ramos Mejía.

Tenía veinte años cuando acompañó al Capitán Antonio Romero a recorrer la línea fronteriza del chaco santafesino.

El corolario de este viaje fue un testimonio espontáneo y ameno, titulado Viaje de un Maturrango, que con el seudónimo de Tomás Batata (Tomás era el nombre de su padre y Batata era el apodo con que Holmberg llamaba a su hija) se publicó en 1893.

Dentro de esta misma línea escribió los Cuentos de Tierra Adentro. Durante el transcurso de esa excursión Ambrosetti trabó relación con Pedro Scalabrini a quien donó sus colecciones para el Museo de Entre Ríos. Por esa época publicó algunos artículos en La Opinión de Entre Ríos.

No tardó en emprender nuevas exploraciones, esta vez a Misiones, una de ellas, en 1892, encomendada por la Universidad de La Plata. Con los apuntes tomados en esos viajes compuso trabajos luego publicados en la Revista del Jardín Zoológico, que dirigía Holmberg. De regreso del viaje, escribe su monografía Materiales para el estudio del folklore misionero. En 1895 integró por primera vez, una expedición a las provincias del Noroeste. Poco tiempo después y persuadido en la necesidad de viajar por el interior del país para lograr una información directa de los integrantes de los grupos folk y documentar personalmente los fenómenos folklóricos vigentes, recorrió la pampa central. Luego de ello escribió Apuntes para un Folklore Argentino.

Cuando llegó a familiarizarse con las tradiciones del Noroeste, escribió su Contribución al estudio del folklore calchaquí. Estos trabajos servirían de base para la selección que se publicaría con el titulo de Supersticiones y Leyendas, su obra mas difundida.

Una de las preocupaciones de Ambrosetti fue el análisis minucioso del folklore tecnológico. Prueba de ello son, entre otros estudios, La Región vitivinícola de la Provincia de Salta y La Hacienda de Molinos.

La arqueología también le interesó. Los paradores pre colombianos de Goya, Las grutas pintadas y los petroglifos de la Provincia de Salta, Notas de Arqueología Calchaquí, Los monumentos megalíticos del Valle de Tafí (Tucumán), ponen de manifiesto su pericia y recaudos tomados por consejo de arqueólogos con los que realizaba sus excavaciones.

En 1903 fue designado profesos suplente de Arqueología. Ambrosetti trasladó su colección particular a la Facultad de Filosofía y Letras. El Decano de esa época (Norberto Piñero), ante esto ordenó la creación del Museo de Etnografía. El museo funciona desde entonces.

En 1908, Ambrosetti organizó una expedición a la Quebrada de Humahuaca, en busca de las ruinas de una fortaleza prehispánica. Se trasladó con su esposa e hijos y se instaló en Tilcara. Comenzaron las excavaciones hasta concluir la reconstrucción del Pucará de Tilcara.

Ambrosetti participó en numerosos Congresos en Europa y en Norte América. Múltiple en su curiosidad intelectual, en su labor de explorador e investigador y en el trabajo de gabinete, consagró su vida al estudio del hombre y su cultura.

Juan B. Ambrosetti abarcó, en su vasta obra, temas de arqueología, etnográfica, antropología social y folklore; formó discípulos, fundó museos, reconstruyó monumentos del pasado y ensanchó el camino de quienes seguirían recopilando, clasificando e interpretando los materiales folklóricos.



Samuel Lafone Quevedo

Hijo de un inglés de remota ascendencia francesa y de una porteña, Maria Quevedo y Alsina, Samuel Lafone Quevedo nació en Montevideo, el 28 de febrero de 1835.

Educado en Inglaterra, Samuel regresó al Río de la Plata con el titulo de Magíster Artium, obtenido en Cambridge.

Con su padre y un amigo, Benjamín Poucel, llegó a Andalgalá, en Catamarca, en 1859. los tres viajeros visitaron las minas de cobre y la fundición que el padre poseía en ese Departamento.

A partir de entonces, el joven Lafone Quevedo asumiría la responsabilidad de la empresa. Poco después vendió la fundición, situada en las alturas del cerro Las Capillitas y compró un algarrobal ubicado en el llano, llamado Pozo del Balde o Carpintería. Tal vez lo indujo a realizar esa operación el citado Benjamín Poucel, conocedor de Catamarca y hombre culto quien, a menudo, conversó con Lafone Quevedo acerca de las costumbres de los habitantes de esa provincia. El lo interesó en el conocimiento de las lenguas aborígenes y lo alentó hacia el estudio de la lingüística, de la arqueología y del folklore de esa tierra.

Volviendo al algarrobal de Carpintería, Lafone averiguó cual había sido su nombre original y se lo restituyó. Ese fue el origen de Pilciao (pueblo pequeño) donde ese catamarqueño por adopción realizo una obra prodigiosa por sus alcances sociales.

Para la empresa minera (la fundición de cobre) contó con el asesoramiento del químico alemán Federico Schickendantz.

Durante decenios, todo fue prosperidad económica y bienestar social, prodigados por ese preclaro educador de la comunidad que fue Lafone Quevedo.

A fines de 1886 ya vislumbraba su desmoronamiento. En 1892, Pilciao era una empresa ruinosa y Lafone Quevedo se resignó a paralizarla.

Mientras transcurrió la agonía de Pilciao, Lafone pasaba en Buenos Aires largas temporadas. Por ese entonces se hizo cargo del Departamento de Lingüística de la Universidad de La Plata. Años después sucedería a Francisco P. Moreno en la Dirección del Museo.

En 1890 fue designado profesor de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, la cual le otorgó el titulo de doctor honoris causa.

Entre 1883 y 1885, publica en La Nación cartas en las cuales trata de la historia y costumbres de hombres de la provincia de Catamarca. En 1888, ya compiladas en forma de libro, se editan con el titulo de Londres y Catamarca. En su prólogo, Lafone usa por primera vez en Argentina la palabra folk-lore.

En 1895 apareció la primera edición de Tesoro de Catamarqueñismos. Se refiere en esta obra a nombres propios indígenas, expone etimologías, eslabones aislados de la lengua cacana, toponímicos y otras voces.

Esta obra, dada a conocer en Anales de la Sociedad Científica Argentina, fue reeditada. Pese a las deficiencias admitidas por Lafone Quevedo, el Tesoro…es el punto de partida de algunos estudios que amplían, ratifican o rectifican su contenido.

Otros trabajos de carácter filológico publicó este precursor, antes y después de la aparición de éste: Lenguas Americanas, Lenguas de Tucumán, Etnología y lingüística figuran entre ellos.

A la arqueología, otra de sus disciplinas preferidas, dedicó Tipos de alfarerías en la Región draguito-calchaquí, Arqueología americana, Los huacos de Chañar-Yaco, provincia de Catamarca y mucho más.

Lafone Quevedo falleció en Buenos Aires el 18 de junio de 1920, a los 85 años de edad, con el pensamiento de volver a Catamarca, donde había fundado una ciudad de afecto, de trabajo y de canto a la niñez.



Adán Quiroga

Sanjuanino por su nacimiento, el 6 de marzo de 1863, Adán Quiroga vivió desde los 3 años en Catamarca, salvo las etapas de estudios universitarios en Buenos Aires y en Córdoba. En estas ciudades comenzó y concluyó sus estudios de Derecho. Luego vivió un tiempo en Tucumán.

Se dedicó a la profesión y llegó a ejercer la magistratura, actuando como juez. A partir de 1887, publicó trabajos sobre temas de su especialidad: Delito y Pena, La horca en la Republica Argentina, Sentencias y Actas, Defensas criminales y civiles, Proyectos de Código de Procedimientos de la Justicia de Paz fueron obras de consulta en la época de su aparición.

Como periodista, Quiroga comenzó su formación encordaba al lado de Joaquín V. González. Mas tarde, en Catamarca, fundó El Combate, un diario polémico, donde el hombre político (Quiroga fue diputado) manifestó su posición discrepante con el Gobierno central. Esas opiniones lo llevaron a la cárcel.

Una vez libre se trasladó a Tucumán. Allí fundó otro diario, El Nacional. Las pasiones políticas de su época conmovieron a ese hombre preocupado por el ser humano más allá de cualquier limitación circunstancial, temporal o cultural.

Pero seria en el terreno de la investigación arqueológica, etnológica y folklórica donde Adán Quiroga habría de manifestar, definitivamente, su talento.

Incursionó este hombre, intensamente humano, en el género poético con un libro titulado Flores del aire. En cierta ocasión confesó a Leopoldo Lugones (quien lo visitó en su casa de Catamarca) “Yo nací poeta. Mis Flores del aire me serán siempre mas queridas que todo”.

Sin embargo el investigador habría de imponerse ante la posteridad al periodista, al jurisconsulto, al político y al poeta.

En Calchaquí reseña la rebelión del cacique Juan Calchaquí. Se trata de una obra muy bien documentada donde, junto al estudioso que rastrea datos en archivos y bibliotecas, aparece el hombre sinceramente identificado con el aborigen, comprensivo de sus sufrimientos y admirador de su temple y en su lealtad.

La Cruz de América es, un relato erudito conjugado con interpretaciones esotéricas.

Folklore Calchaquí, su libro póstumo, fue publicado 25 años después de su muerte en la Revista de la Universidad de La Plata. Ofrece Adán Quiroga en este trabajo una compilación de artículos basados en datos recopilados por él de los aborígenes y de sus descendientes criollos en la zona cordillerana.

Se ha dicho que Folklore Calchaquí carece de orden y de método. Que aparecen, sin previa clasificación, trabajos sobre fiestas regionales, creencias religiosas pagano cristianas, amuletos, deidades aborígenes, cultos, ritos, costumbres, animales elevados a la categoría de ídolos, fabulas y descripciones de faenas o indumentarias.

Sin embargo, la posible carencia de sistematización, se ve compensada por la calidad original de materiales de primera mano y por la interpretación trascendente de ciertos fenómenos folklóricos.

En el tratamiento de estos temas se manifiesta la incógnita que Adán Quiroga se empeñó en develar: el origen (incaico o calchaquí) de las creencias y cultos del hombre de la montaña, vigentes en su tiempo. Además, este autor se afanó en desentrañar lo aborigen, oculto tras la envoltura cristiana, asimilada por los nativos de los evangelizadores.

Así, desfilan por las páginas de Folklore Calchaquí, el dios Chiqui, el Pucllay, el Llastay y la Pachamama, el Inti y la Mama Quilla, los Hapuy Ñuños (deidades malignas), el Vocinglero (dios de los muertos). También resalta Quiroga la importancia de los amuletos, las canopas (ántropo o zoomorfas), las illas, la chuspa de la suerte y otros efectos. Se refiere, asimismo, a las costumbres ceremoniales, a la fisonomía que la imaginación popular atribuye a ciertos animales de la región. Algunos de ellos son el uturunco (tigre), el kuntur (cóndor), el amaru (serpiente), el suri (avestruz) o el zorro.

La indumentaria de los calchaquíes (sus prendas, tocado y adornos) da tema a un capitulo valioso tanto por su contenido y su ordenada exposición, cuanto por la expresión formal.

Además de los libros ya citados, Adán Quiroga compuso numerosos artículos y monografías: El Machi y la medicina indígena (trascripto mas adelante), La cruz y el falo en calchaquí, El maíz y la chica, La coca, el taco y la apacheta y Símbolos calchaquíes representan esa obra dispersa de Adán Quiroga.

Murió en el Hospital Militar Central, el 10 de noviembre de 1904, cuando proyectaba continuar sus intensos buceos por la tradición argentina.





“La generación del 80 y el folklore” de Margarita Elichondo

Ediciones Culturales Argentinas.

Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.

Impreso y editado en Alvear 1690, Buenos Aires, en el mes de mayo de 1983.



Juan Bautista Ambrosetti

Paleontólogo, arqueólogo e historiador. Nació en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 22 de agosto de 1865. Fue el iniciador en el país de la exploración arqueológica con criterio estrictamente científico y el primero en realizar estudios sistemáticos del folklore nacional por lo que fue llamado el "Padre de la Ciencia Folklórica". Fue profesor de arqueología americana y director del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que hoy lleva su nombre y discípulo del gran naturalista Eduardo Holmberg, quien lo impulsó al estudio de las ciencias naturales; bajo la dirección del Profesor Pedro Scalabrini, también se transformó en un destacado zoólogo y paleontólogo, lo que le permitió colaborar con el Museo de Paraná (Entre Ríos) organizando la sección de Paleontología, y en Buenos Aires, donde Ameghino lo designó al frente de la sección Arqueología del Museo de Historia Natural.

En 1906, cuando se desempeñaba como profesor de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fundó y organizó integralmente el Museo Etnográfico, aportando su colección personal de más de 20 mil piezas arqueológicas. El Museo Etnográfico fue la primera institución dedicada a esa disciplina en el país. En el marco de las ideas positivistas imperantes, Ambrosetti orientó al Museo en dos direcciones: por un lado, a la investigación y a la formación universitaria superior y, por el otro, a la educación del público en general. La primera causa estuvo corporizada en los trabajos en el noroeste argentino. Para la segunda, constituyó colecciones que debían presentar un panorama universal de las sociedades primitivas. Para esto, Ambrosetti financió viajes e investigaciones, estimuló donaciones y adquirió piezas arqueológicas.

Estudió costumbres y creencias de las culturas precolombinas y halló ciudades prehistóricas como La Paya, en Salta. En 1908 dieron fruto las vastas investigaciones arqueológicas que venía realizando desde tiempo atrás en el noroeste argentino: En Tilcara pudo identificar una antigua población indígena. Desde entonces, en aquel lugar de la Quebrada de Humahuaca, se realizaron excavaciones en forma prolongada y sistemática que aportaron un rico material arqueológico y antropológico, revelador de toda una antigua cultura. Este hecho significó una piedra fundamental para la naciente arqueología nacional.

Es uno de los sabios precursores del estudio del "folklore" argentino. Su libro "Supersticiones y leyendas" constituye un valioso aporte para el conocimiento de la cultura calchaquí. Salvador de Benedetti, ha escrito: "Ambrosetti, en la historia del pensamiento argentino, tendría que aparecer como creador de tendencias de orientaciones nuevas, y como padre de un obra que no ha de perecer, aun cuando le haya tocado actuar en una época, que casi podríamos llamar precursora de la Arqueología Argentina". Siempre sintió atracción por el noroeste argentino, tal Samuel Lafone Quevedo. En su viaje a Tucumán descubrió los famosos "menhires" de Tafí, que describe en uno de sus libros.

En la multifacética obra de Ambrosetti -que comprendió una enorme gama de estudios históricos, etnográficos, lingüísticos, arqueológicos y antropológicos- se incluyen trabajos sobre supersticiones y leyendas, sobre historia, lenguajes indígenas o utilización de metales en la zona de los valles calchaquíes. Fue, como se dijo anteriormente, pionero en el estudio del folklore nacional y en utilizar el término en sentido estricto, es decir, definido como "el conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres de carácter popular, que definen la cultura de una determinada región".



Siendo ya una figura destacada de la ciencia nacional, Ambrosetti fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, en 1910. En aquel momento, ya era reconocido en los ámbitos científicos de América y Europa y había representado al país en numerosos congresos científicos internacionales.

La labor iniciada por Ambrosetti en el Museo y en Tilcara fue asumida, luego de su fallecimiento, por su discípulo Salvador Debenedetti. Ambos son considerados los iniciadores en el país de la ciencia arqueológica (la extensa obra de Ambrosetti quedó documentada en más de setenta publicaciones que constituyen el primer testimonio argentino de esa disciplina).

Entre sus obras se pueden citar: "Los monumentos megalíticos de Tafí del Valle (1896)", "La civilización calchaquí", "Los cementerios prehistóricos del Alto Paraná", etc. Murió en Buenos Aires el 28 de mayo de 1917.

Extraído de la página: http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/ambrosetti.htm





Samuel A. Lafone Quevedo

Relata Vicente Cútolo en su NUEVO DICCIONARIO ARGENTINO, que este industrial, humanista, arqueólogo, etnógrafo y lingüista, hijo de Samuel Lafone Fischer, inglés y de María Quevedo y Alsina, Argentina, nació en Montevideo un 28 de febrero de 1835.

A los 13 años fue enviado por su padre a Inglaterra, y allí, en la Universidad de Cambridge, obtuvo el título de magister artum, es decir, bachiller en humanidades.



Regresó al Uruguay, y de allí se trasladó a Catamarca, donde quedó al frente de la explotación de las minas de Las Capillitas, en 1859. Vendió el ingenio "Victoria", de El Paso, que pertenecía a su padre, y compró a 25 Km. al sur de Andalgalá, un extraordinario algarrobal. En pleno desierto, realizó una fundación de contornos casi utópicos. Con amplia visión de la vida, y en torno a aquel ingenio, levantó casas para sus 500 obreros. Tomándolo como centro social erigió un magno templo, instalando en las cercanías del mismo, amplias aulas para escuela, como también su propia morada. Todo fue hecho, según un plano meditado, y bien ejecutado. Era un inmenso círculo de unos 400 metros de radio, rodeado de un bosque. Todas las instalaciones del ingenio estaban a un lado, y las casas de los obreros al otro, pero en el centro situó la iglesia, la escuela, la farmacia y los comercios. Evidentemente, lo que buscaba era constituir una unidad social, espiritual y cultural, a imagen de las reducciones guaraníes. Pilciao (así se llamaba el lugar) llegó a ser un centro religioso y cultural, que casi no ha tenido par en tierras argentinas.



Entre 1886 y 1892, los impuestos elevados arruinaron aquella empresa industrial, y en el postrero de esos años se clausuró.

Desde años antes a 1892, Lafone ya había mostrado interés por conocer todo lo referente a la cultura indígena de Catamarca. Ya consagrado por completo a la ciencia, recorrió estos valles desde Bolivia y recogió numeroso datos incásicos y preincásicos. Encontró apoyo en quienes fueron sus amigos: Bartolomé Mitre, Vicente F. López y los doctores Francisco Moreno y Juan B. Ambrosetti. Cuando escribió Londres y Catamarca, estaba en el apogeo de sus estudios.

Entre las numerosas obras que escribió, se destacan por su importancia: Introducción y notas a la lengua mocoví, según el Padre Tavolini; Vocabulario Mocoví-Español fundado en los del P. Tavolini; Los Huacos de Chañar-Yaco, provincia de Catamarca; A traveller’s notes in the Calchaqui region, Argentine Republic; Un capítulo suelto de filología argentina; Los huacos de Yocavil, El pueblo de Batungasta, Ensayo mitológico; El culto de Tonapa; Catálogo descriptivo e ilustrado de los Huacos de Chañar-Yaco (provincia de Catamarca); La Virgen del Valle; Arte de la lengua Toba por el padre Alonso Bárcena; Los Lules; Córdoba de Calchaquí, Londres y Cañete; el Mijé y el Zoque; Estudios araucanos; Nombres de lugar y apellidos indios de etimología y eslabones aislados de la lengua Cacana; Grupo Guarycurú-Mocoví; Idioma Abipón; Los indios Chanases y su lengua; La raza pampeana y la raza guaranía; etc

En 1891, inició la Historia de la Virgen del Valle; con la cualidad de gran bibliófilo que lo caracterizaba realizó en esta obra la tarea magna del investigador tenaz y concienzudo, revelando en ella, con toda la verdad histórica arrancada paso a paso y en una inacabable y minuciosa correlación de detalles, el profundo conocimiento adquirido de los acontecimientos que tuvieron por escenario los valles calchaquíes, antes del advenimiento de la colonización española. A Lafone Quevedo se le debe la filiación exacta de los indios juríes y las primeras investigaciones etnológicas sobre los indígenas de dichos valles y de Tucumán.



En la provincia de Catamarca, donde residió tantos años, realizó profundos estudios sobre la materia en la que adquiriera vastos conocimientos, fundó escuelas con el exclusivo propósito de instruir a los indios. Su afán pedagógico hizo que entre 1878 y 1892 se le nombrara inspector de toda la enseñanza primaria en el Departamento de Andalgalá.



En 1890, se trasladó a Buenos Aires, donde le fue otorgado el título "honoris causa" de la Facultad de Filosofía y Letras. Continuó cultivando su especialización en lingüística y arqueología, y en 1906, fue nombrado director del Museo de La Plata, al mismo tiempo que era decano de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de La Plata. Fue también miembro de la Junta de Historia y Numismática. Desempeñó numerosas comisiones científicas y ocupó diversos cargos públicos.

Murió en La Plata, el 18 de julio de 1920.

Márquez Miranda, uno de sus alumnos lo describe de la siguiente forma: "figura pequeñita, menuda, ágil y fina, como estilizada por el correr, ya dilatado, de los años. La figura de ese viejecito ilustre, que parecía cosa de museo, él mismo, con su 'jaquet' abotonado hasta muy arriba, de corte arqueológico y de color desteñido por el tiempo, con su enorme paraguas verde en las manos nerviosas y enjutas, como un personaje de Dickens. Así pasaba, con el cuello envuelto en su chalina de vicuña, tejida en su telar catamarqueño, por los corredores de la Facultad de Derecho de la Plata, rumbo a la presidencia de la Universidad, de la cual era guardasellos. Y los bulliciosos muchachos estudiantes, que allá en los años anteriores a la Reforma universitaria le veíamos pasar, guardábamos por un instante respetuoso e involuntario silencio"

Extraído de la página: http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/lafone.htm





Adán Quiroga

Nació en San Juan el 6 de marzo de 1863, pero era catamarqueño por adopción, provincia a la que llegó en 1866 pues su padre fue nombrado Juez Federal por el entonces Presidente de la Nación, Bartolomé Mitre. Era hijo del doctor Joaquín Quiroga y de doña Josefa Ovejero. Hacia 1884 se graduó Doctor en Leyes y al año siguiente en Derecho Canónico. Fue magistrado, jurista y político en Catamarca y Tucumán, además de poeta, arqueólogo y folklorólogo. Como poeta, reúne toda su producción en Flores del aire, publicado en Buenos Aires en 1893 y reeditado en Catamarca en 1913.

Obtuvo dos premios: en 1903 con su canto El ejército de los Andes en el certamen hispanoamericano organizado por la Academia Literaria del Plata y al año siguiente en el certamen celebrado por la Biblioteca de La Plata con su oda A la Independencia de América.

Desde 1889 publica ensayos de folklore, historia, lingüística y arqueología en periódicos de Catamarca como La Provincia, Los Andes, La actualidad, Fra Diávolo y colabora con el Boletín del Instituto Geográfico Argentino, la Revista de Derecho, Historia y Letras del Dr. Estanislao S. Zeballos, en los Andes de la Sociedad Científica Argentina, etc.

Hacia 1894 comienza una excursión científica por los departamentos del oeste catamarqueño recogiendo datos arqueológicos y folklóricos que luego publica con viajes posteriores o encargos hechos a viajeros que paga de su propio bolsillo.

"Con la publicación de su primer trabajo sistemático sobre arqueología titulado Antigüedades Calchaquíes - Colección Zavaleta en 1896, inicia una serie de contribuciones al mejor conocimiento de las culturas existentes en el noroeste antes de la llegada de los españoles, aclarando problemas, planteando otros, dilucidando dudas, que culminan en 1902 con la aparición de La cruz en América, su obra más orgánica y madura. Sin duda todo estudio posterior sobre arqueología de esta región deberá tener en cuenta los aportes de Quiroga".

En 1898, da a conocer en la Revista de Derecho un valioso aporte a la mitología calchaquí: Supay Mikilo y los Apiñuños. Dio a la prensa en ese año: Los monumentos megalíticos de Colalao, trabajo leído en el Congreso Latinoamericano celebrado en Buenos Aires. En 1899, publicó Las Ruinas de Anfama, El pueblo prehistórico de la Ciénaga, como resultado de una exploración arqueológica. También editó El Simbolismo de la Cruz y el Falo en Calchaquí; y Huayrapuca o la Madre del Viento..

Adán Quiroga dejó muchos libros inéditos, así, su obra Folklore calchaquí es editada en 1928, gracias al empeño del rector Ricardo Rojas, por entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, con artículos póstumos y diverso material que muestran su calidad como folklorólogo: en este trabajo Adán Quiroga junta artículos registrados de lugareños de las sierras y valles preandinos de Catamarca y completados por otros de los que ya disponía, presenta fiestas regionales, dioses aborígenes, cultos, ritos, costumbres, creencias católicas adulteradas, vestimentas... y a pesar de la cantidad de datos y de su falta de organización, es un manantial de datos que permitió conocer gran cantidad del folklore catamarqueño. Entre los títulos que conforman Folklore Calchaquí tenemos: "el Chiqui", "El Pucllay", "La Chaya", "La Pachamama", la mencionada "Huayrapuca o La madre del viento", "La tradición religiosa y la Virgen del Valle", "El culto de los muertos", "La religión en la vida ordinaria", "La fuga del espíritu", "Amuletos", "Uturuncu", "El suri", "Hachas para conjurar la piedra y el granizo", "La caza de vicuñas", etc.

Otra obra inédita es Petrografías y Pictografías de Calchaquí, publicada por la Universidad Nacional de Tucumán, en 1931, con prólogo del doctor Ernesto Padilla..

Su muerte prematura a los 41 años, el 10 de noviembre de 1904, seguramente impidió un estudio con más profundidad científica, pero dejó unas bases muy sólidas que lo sitúan entre los precursores de los estudios y la investigación folklórica, junto a Ventura R. Lynch, Estanislao Zeballos o Juan B. Ambrosetti.

"Extractado de Las Selecciones Folklóricas Codex, Quien es quien en el Folklore: Adán Quiroga de Alicia Quereilhac de Kussrow."

Extraído de la página: http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/quiroga.htm



Robert Lehmann-Nitsche

El gran folklorólogo, antropólogo, etnógrafo y lingüista Robert Lehmann-Nitsche, nació en Radonits (Posen, Alemania ) el 9 de noviembre de 1872. A él se deben entre otros grandes trabajos de investigación y recopilación, el hecho de que al folklore nacional, con sus cuartillas picarescas, sus refranes y dichos, sus adivinanzas y cuentos eróticos, se lo pueda estudiar científicamente, en la búsqueda de los caracteres culturales autóctonos del país. También dedicó especial atención a los "centros criollos" y consiguió identificar doscientos sesenta y ocho en Buenos Aires.

En la Universidad de Munich se doctoró en 1893, con una especialización en Antropología, al presentar la tesis denominada Sobre los huesos largos de las tumbas renanas de las poblaciones de Baviera del Sur. Por este trabajo obtuvo el premio Goddard de la Universidad de París. Sus estudios, en esta etapa, se orientarán hacia la Prehistoria, la Antropología física y la paleomedicina. Obtiene un crédito científico tal que el especialista, Rudolph Martin, le recomienda viajar a América, para obtener nuevos conocimientos a partir del trabajo de campo. Antes de eso, Lehmann-Nitsche comienza estudios de medicina en la misma universidad, doctorándose en 1897 (la tesis doctoral se llamó Contribuciones para la cirugía prehistórica según hallazgos de la antigüedad alemana).

Poco después de doctorarse, Lehmann-Nitsche partió hacia Buenos Aires, donde llegó en julio de 1897, con la misión de integrarse al grupo de científicos del Museo de La Plata, dirigido entonces por el perito Francisco Moreno. Al mismo tiempo que aprendía el idioma, el joven científico alemán comenzará un profundo estudio de las características culturales del país, centrando su análisis sobre los primitivos habitantes que aún sobrevivían en el país, con especial atención a un grupo de indios araucanos que vivían en el Museo de La Plata, bajo la tutela de Francisco Moreno. De estas fuentes indígenas y de otras asentadas en medio de la provincia de Buenos Aires, Lehmann-Nitsche recoge un profuso material narrativo y mítico, que analiza a la luz de sus conocimientos. También compila todo cuanto encuentra referido a Folklore literario, utilizando con un enfoque etnográfico, los dichos de sus alumnos provincianos en el Museo de La Plata, con respecto a esto, Juan Alfonso Carrizo, comenta en su Historia del Folklore que a Lehmann-Nitsche, estos alumnos en algunas ocasiones les inventaban los dichos alejándolo de los populares.



Así, muy lentamente, fue reuniendo un repertorio costumbrista y antropológico inmenso, referido a elementos distintivos de lo popular: chanzas, chistes, adivinanzas, dichos, refranes, versos pícaros y eróticos, etc. Para 1910, el Museo de la Plata edita, como parte de los festejos por el Centenario, un libro de Adivinanzas Rioplatenses elaborado por Lehmann-Nitsche. En la obra, en la que el científico alemán omite la parte de adivinanzas escatológicas, presenta más de 1.200 adivinanzas y sus respectivas variaciones. "Tal vez –dirá en el prólogo- muchos argentinos de hoy no sabrán prestarle mayor atención; dedico, pues, la primera parte de mi folklore argentino al pueblo del año 2010."



Esta temática sobre el folklore sexual o la sexualidad entre indígenas precolombinos o actuales y la población criolla será precisamente el área de mayor interés para los estudios de Lehmann-Nitsche. Prueba de ello es la obra Textos eróticos del Río de la Plata en español popular y lunfardo (Texte aus den La Plata-Gebieten in volkstümlichen Spanisch und Rotwelsch), una monumental compilación de rimas, adivinanzas, dichos y canciones de tono erótico y picaresco que editará, con el seudónimo de Víctor Borde, en Leipzig en 1923.



En estas obras, Lehmann-Nitsche elabora una consistente clasificación paremiológica de las adivinanzas, estableciendo dieciséis categorías. Pero, fundamentalmente, la intención del antropólogo alemán es evitar que estos retazos del folklore se pierdan en el olvido. A propósito, el historiador Ernesto Quesada le dice en una comunicación particular: "Realmente sus cinco volúmenes sobre el folklore argentino son inapreciables. Sus Adivinanzas Rioplatenses cada día tendrán más importancia porque se va perdiendo la tradición de no pocas. Lástima grande que, por escrúpulos poco científicos de la biblioteca universitaria, donde aquél trabajo apareció, haya usted omitido la parte escatológica, indispensable complemento para apreciar el alma y el ingenio popular..."



En 1910, también, había recibido el Premio Brocca en Francia, por su contribución antropológica en la obra Nouvelles récherches sur la formation pampeène et l´home fossile de la République Argentine, editada por el Museo de La Plata.



Lehmann-Nitsche obtuvo su jubilación en 1930. De inmediato, partió hacia Alemania con su familia, para radicarse en Berlin-Schoneberg hasta su muerte, ocurrida en abril de 1938. Durante esos ocho años, mantendrá viva la correspondencia con sus colegas argentinos, colaborando además con la Revista del Museo de La Plata, el diario La Prensa de Buenos Aires, y el periódico El Terruño de Montevideo. Comienza también la redacción de importantes obras, como Estudios sobre mitología sudamericana; los motivos etiológicos (que se editarán en 1939) y una antología de la poesía argentina, de tipo pastoril, en edición bilingüe. También realiza otros escritos menores, que integran una extensa bibliografía de casi 400 títulos, sobre arqueología, lingüística, antropología forense y jurídica, antropología simbólica y poesía. A su muerte, sus obras, muchas de ellas manuscritas (aunque su esposa y discípula, Juliane Dillenius, se encargó de traducirlas y editarlas), sufrieron los avatares del devenir de las relaciones políticas entre Alemania y Argentina: rematados al mejor postor en Alemania, fueron confiscadas primero por el gobierno germano que las envió a la Institución Cultural Argentino Germana de Buenos Aires. Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, se apoderó de ellas el gobierno argentino, y fueron malversadas o extraviadas, perdiéndose así una valiosa colección.



Los estudios de Lehman-Nitsche, finalmente, lograron que el hecho erótico se convirtiera en tema de la Etnología y el Folklore argentinos, aún cuando le tocó actuar en una época muy poco propicia para este tipo de trabajos. Para distintos especialistas Lehmann-Nitsche puede considerarse el fundador de los estudios científicos del Folklore nacional. Murió en Berlín (Alemania) el 9 de abril de 1938.



Extraído de la página: http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/lehmann.htm

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